OAXTEPEC. Lo que soñó siempre, lo que se le dibujó en el pensamiento desde las épocas de chaval tras el esférico, Carlos Alberto Hurtado Arteaga, lo logra, a los 31 años de edad, después de haber logrado el ascenso con los Dorados de Sinaloa, y jugar en la máxima categoría con esa escuadra, además de los Rojinegros del Atlas, cuadro que fue el que le dio la oportunidad grande, aunque fue primero en sus filiales, ya sea con los Académicos o con otros, pero el joven siempre cumplió, siempre se entregó, y ahora viene a la Selva Cañera después de haber jugado varios años con los hidrorrayos del Necaxa, con los que no logró retornar al máximo circuito, ni siquiera en el evento que acaba de terminar, en donde los sinaloenses lo impidieron, pero hoy el nativo de Zacatepec, estaba del otro lado, con los rayados, y no pudo hacer mucho por su causa.

Ahora está con el cuadro que se hace llamar Zacatepec, Carlos Alberto Hurtado Arteaga, hijo de uno de los grandes futbolistas de la región, quien militó muchos años con el América de Río, y el hijo salió bueno, tanto que hasta en la primera división se lució, y ahora, en lo que parece el final de su carrera, viene a esta escuadra, la cual no se interesó en el chamaco durante muchos años; en el torneo pasado, con Ignacio Rodríguez en el timón, se hizo un intento, pero no el suficiente, no se quiso abrir la cartera lo suficiente y se pagó, el cuadro se quedó en el penúltimo escalón ene l evento de clausura, mientras que los necaxistas pelearon por el ascenso, pero Víctor Sánchez se quedó con unos pesos más en la cartera; el equipo arrastrando el prestigio y él tranquilo.

Entrevista a Carlos Alberto

La entrevista la hicieron personas conectadas con el cuadro que se hace llamar Zacatepec, y tiene grandes puntos de interés, empezando porque Hurtado Arteaga fue citado para formar parte del equipo en varias de las etapas de su vida, y se logra hasta ahora, por lo que se le da el espacio en este medio, siendo jugador que es un símbolo.

Ahora está en el plantel, pero no se espera mucho, con todo y que es un hecho que el chamaco será de los que le pongan el corazón por delante, dado que así es, así siempre ha sido, lo que se puso de manifiesto en aquellas épocas en las cuales el conjunto lo tenía el gobierno del estadio, entonces con dos Antonio Rivapalacio López al frente, y cuando se dio un problema y algunos elementos no quería firmar, entre ellos Rolando Borja de la Sancha, Jorge Agustín Rosal y Castrejón, cuando hablaron con la directiva fueron claros, “y al final seremos nosotros los que salgan a dar lo mejor de nosotros por el equipo”, y así sucedió, porque en aquel encuentro que se tuvo en Tijuana, con el Tijuana de aquel entonces, se llegó a tener el marcador adverso por 2-0, y se tuvo el ingreso de Jorge Agustín, quien sabía que en caso de que el cuadro fracasara él tendría la carta de libertad, y al momento en que se presentó, lo hizo, en la cancha como pocos, con total entrega, con fuerza y el marcador se llegó a empatar a dos, aunque no alcanzó para seguir adelante en busca del ascenso, pero lo que hizo ahí quedó, fue un gran gesto, y ahora se tiene a Carlos Alberto enfundado en la playera, con todo y que no tuvo buen año con los necaxistas, como que entró al terreno sólo por momentos, sólo en ocasiones, pero, al final, tuvo su dosis de buen toque y de talento en la media cancha, y se espera que haga lo mismo con este cuadro que se hace llamar Zacatepec, y al que no se le dio el dinero suficiente para armarlo, por lo que sólo se tiene aspiraciones para estar a media tabla, como que la mayoría de los jóvenes no tienen la capacidad como para echarse el equipo a la espalda, pero así es esto, con un entrenador novato, con pocas posibilidades pero dice que se trajeron a los elementos que se consideraron convenientes y que fueron los que él pidió, a ver si al final, cuando se presente un fracaso, no sale con que le faltaron a algunos y que la directiva no quiso proporcionarlos, porque así son las cosas, a todo pasado, cuando ya no hay nada qué hacer y cuando viene el fracaso porque los jóvenes no dan para más porque nunca tuvieron para más que para evitar el descenso.

Por Ignacio Cortés Morales