CUERNAVACA. Don Raúl Cárdenas fue un líder siempre, igual como jugador que en su calidad de director técnico, por eso tuvo tanto éxito, porque no ordenaba, lo decía de tal forma que era imposible no hacerlo, porque tenía lógica, y los resultados se dieron de tal manera que la realidad aconsejó seguirle, además de que no se olvide que era un hombre leal, jamás traicionó a nadie ni cuando se le ofrecieron las cosas más grandes, como el seleccionado nacional; supo esperar y se dio en su momento

Héctor Bahena Rivera, quien fue su asistente por muchos años, habla de don Raúl, un entrenador como pocos, que acumula 17 campeonatos, y que tuvo cimientos para llegar a la cúspide, uno de ellos fue su liderazgo, en la cancha se le seguía, y ya en su calidad de director técnico, igual, y otra de sus virtudes, la lealtad, “no traicionó a nadie, pese a que se le ofrecieron cosas que eran difíciles de dejar, pero él se sostuvo de una pieza, lo que no pueden hacer todos, y uno de los casos fue el seleccionado verde, indicó Héctor.

En una gira por Europa, las cosas no salían para don Ignacio Trelles y se ofreció a Raúl la dirección técnica y no la aceptó, le guardó el lugar a don Ignacio, con quien tuvo una gran amistad, fue campeón con él en el auténtico Zacatepec en un par de ocasiones, las únicas en las cuales se llegó a la corona, y luego estuvieron juntos en el seleccionado de México, en donde el Güero aprendía todo lo que el maestro decía y hacía, y ese aprecio no se abandonó nunca, ni cuando las tentaciones se dieron, pero él se sostuvo, hasta que un día, a la buena, se le dio la selección nacional, aunque ya en el 68 estuvo a cargo, en una gira extraordinaria por Sudamérica, mientras que en el país se contendía en Juegos Olímpicos, en donde se quedó en el cuarto lugar, después de perder la semifinal 5-2 con Bulgaria y por el tercer lugar con Japón, 1-0, con gol de Yamamoto, y en donde se falló un penal, Vicente Pereda, y Raúl, en tanto, de gira por Sudamérica, con el seleccionado mayor, y se enfrentó a lo mejor, a equipos que se preparaban para el mundial de 1970.

Frente a Perú, con su mejor equipo de todos los tiempos, con Rubiños, Chumpitaz y Cubilla, en Lima, entonces se empezó perdiendo 3-0, y al final se dio la igualada a tres, y los peruanos llegaron a cuartos de final en México, donde se enfrentó a los brasileños, y otro gran encuentro fue en la capital uruguaya, ante los uruguayos, en el Centenario, y se dio la victoria por 2-0, y la gran hazaña, en el Maracaná, frente a la mejor selección de todos los tiempos de Brasil, con Pelé al frente, y entonces se dio el triunfo 2-1, y fue Isidoro Díaz el que logró el tanto de la quiniela, en disparo de media distancia, y luego la igualada, recordó Héctor Baheana, y ya en el segundo periodo, Javier Gonzalo Fragoso Rodríguez, entonces jugador de los Cremas del América, se lanzó sobre el área chica, sobre el balón, y anotó el 2-1; los brasileños fueron campeones, y los uruguayos se quedaron con el cuarto lugar, siendo derrotados por los alemanes 1-0, con disparo de media distancia de Overath al 26; los teutones fueron los terceros de la contienda azteca.

Don Raúl Cárdenas, recordó Héctor Bahena, esperaba su momento; en aquella ocasión, los encuentros de la gira por Sudamérica se trasmitieron en forma diferida, aunque, en su hora fue por la radio, y los titulares en los periódicos al día siguiente, con los triunfos

Bahena Rivera dejó un instante la historia, el hilo, toma aire, y es que apenas el viernes se fue el maestro de él y de muchas generaciones; mira, se sostiene sereno, pero es un hecho que por dentro los recuerdos fluyen, el viernes el fallecimiento y el sábado, a las 17 horas, sus restos fueron cremados de quien fuera 17 veces campeón, como aquel día en que la anotación del chileno, Carlos Reinoso, sobre Gati, le dio el título continental, lo que no es de todos los días, o como cuando fue multicampeón con el Cruz Azul, y lo fue de las Águilas del América en su aniversario 60, y llevó a la selección a los cuartos de final en el mundial de 1970, y entonces Héctor sigue en silencio, no puede decir nada

Será después cuando se continúe con la entrevista sobre su maestro, sobre hombre que es historia y que vivió muchos años en el territorio morelense; siempre hombre de bien

Por Ignacio Cortés Morales