CUERNAVACA. El Atlético Cuernavaca hizo bueno el pronóstico y venció 2-0 a los Chimbombos de Cintalapa, en el estadio Centenario, con más dificultades de las que se esperaban, tomando en cuenta que los visitantes se encuentran en el fondo de la clasificación del grupo seis de la tercera división, lo que hacía pensar en una goleada, y, al final, todo quedó en un triunfo para llegar a 43 unidades y sus rivales se quedaron en cinco, ambos después de 23 encuentros en su haber, dentro del campeonato de balompié de la tercera división, duelo que inició tarde porque el rival no se presentó con tiempo.

En realidad estos detalles de llegadas tardes, ya no asombran a nadie, es lo común en el circuito, particularmente en el presente certamen, en donde los defaules son constantes y ahora hasta la salida de escuadrones a la mitad del torneo, con directivos, en su mayoría que se meten al negocio sin tener los recursos para aguantar el trajín, duelos pospuestos y un sinfín de cuestiones que dejan constancia de que algo se está haciendo terrible en esta divisional, pero mientras haya quien quiera ingresar al certamen, se continuará así.

En el caso del Cuernavaca, con este resultado, pareciera que regresa a la pelea por ir a las finales, sin embargo, el hecho de que se hayan pasado tantos problemas para imponerse al cuadro de Chimbombos, y en casa, no es precisamente lo más alentador que le pueda pasar a la escuadra, tanto que costó gran trabajo alcanzar el primer tanto, cuando que el antagonista está mal, no reacciona y fuera del esfuerzo, no hay nada más.

El sábado el Atlético Cuernavaca visitará a los Delfines de Acapulco, en el puerto, y después de ese cotejo se podrá hablar si de verdad se está en la ruta de la mejora, o lo que se vivió en esta jornada 23 es sólo un triunfo por la debilidad del enemigo, y es que los acapulqueños también quieren estar en las finales, por lo que van a jugar con sus mejores armas, tomando en cuenta que están en casa, con apoyo de la afición y el pleno conocimiento del terreno que se pisa, además de la urgencia de quedarse con los puntos.

Por Ignacio Cortés Morales