YECAPIXTLA. Los Guerreros de Yecapixtla ya firmaron su sentencia de muerte al perder 2-1 con los Delfines de Acapulco, en el estadio de la unidad deportiva Fidel Díaz Vera del lugar, en cotejo de la tercera división, con lo que se quedaron en 37 unidades, mientras que sus rivales llegaron a 44, para ocupar la cuarta escalinata del grupo seis, cuando queda por delante sólo un par de encuentros, por lo que la suerte de los morelenses está echada y los guerrerenses todavía pueden llegar a las finales del evento, en caso de que ganen los dos partidos que se tienen antes de la liguilla.

En el inicio del evento, como se ha venido diciendo, no se tenían grandes esperanzas sobre el conjunto de los Guerreros, y, al final, las cosas fueron así, el cuadro no pudo con la novatez de la mayoría de los jugadores, los directivos y el entrenador, por lo que se fue cayendo hasta que no encontró ninguna posibilidad de estar en las finales, sin embargo, se queda un buen número de jóvenes que, de continuar con el trabajo, es un hecho que terminará dando muchas satisfacciones a sus seguidores, porque tiene talento y con experiencia las cosas irán mejorando sustancialmente, si llegan varios refuerzos.

Los Guerreros visitarán al Atlético Cuernavaca por lo que pueden caer por goleada, y los Delfines deben ganar a los Tamarinderos del Iguala, y en la jornada final, los tlahuicas le van a hacer los honores a los Avispones del Chilpancingo, por lo que no tienen grandes posibilidades de significarse, y los acapulqueños visitarán a los Tigres Dorados de Oaxaca, en donde, si no llegan calificados al cotejo, deben despedirse de las finales, porque en territorio zapoteca no van a salir con bien, si se toma en cuenta la calidad del rival, así que se tiene que ganar en el juego que sigue y esperar que tanto el Atlético Cuernavaca como los Avispones no sean capaces de sacar nada positivo para su causa, y es que llegar a las jornadas finales sin el puntaje necesario y apostar todo a una partida, no es precisamente el mejor de los negocios, sin embargo, a eso se le apuesta.

Por Ignacio Cortés Morales