MIACATLÁN. El seleccionado de Mazatepec venció 3-0 al Tlaltizapán y en penales 4-3, con lo que calificó a la final del certamen de balompié de la Copa Miacatlán, en un cotejo que se tuvo ayer por la tarde, en el estadio del lugar, y enfrentará el miércoles, por la tarde, al representativo de Miacatlán que, en la víspera, también por la vía de los penales, dio cuenta del escuadrón de Tezoyuca que salió más correoso de lo que se esperaba, se defendió y llevó la partida a lo más alto de la definiciones, en una demostración de que el evento fue peleado de principio a fin, y en donde no se puede dar favorito a nadie, porque hay talento por todos lados.

Definitivamente el conjunto de Mazatepec debe ser considerado el caballo negro, y es que, a lo largo del torneo, salió en varias ocasiones en calidad de víctima, y a la hora de la verdad, no se amilanó y se lanzó en busca de la victoria, y no se debe olvidar que en el juego de ida de las semifinales, a mitad de semana, el miércoles para ser preciso, se perdió con el conjunto de Tlaltizapán, por lo que se pensaba que todo quedaría definido para la segunda partida, en la jornada sabatina, sin embargo, a la hora de la verdad las cosas fueron distintas y se alcanzó el triunfo a la buena, al son de 3-0, con lo que se obligó al lanzamiento de los penales, y ahí se registró el triunfo de la escuadra de Mazatepec al son de 4-3, con lo que se venció hasta a los pronósticos y se está en la final, lo que será el miércoles, a las 17 horas, en el estadio de Miacatlán que lucirá sus mejores galas para salir con banderas al aire, en una partida que será inolvidable.

Desde luego que la escuadra del Miacatlán es gran favorita para encontrarse con la victoria en la final, dado que estará con el conocimiento pleno de la cancha que se pisa y con el respaldo de los aficionados, pero no se olvide que el conjunto de Mazatepec lleva varias víctimas en la cacha de sus pistolas, así que no se puede cantar victoria y puede aparecer en cualquier momento el cuadro fuerte y sereno y se lleve el triunfo y la copa.

Por Ignacio Cortés Morales