GUADALAJARA, JAL. Las Chivas Rayadas del Guadalajara perdieron su segundo encuentro en igual número de partidas dentro del campeonato de balompié del fútbol nacional, al perder 1-0 con los Cementeros del Cruz Azul, con anotación de Fabio Santos que remató un servicio de esquina al centro del área, para levantarse y, sin marca, lanzar el testerazo para vencer al portero que se quedó como estatua con un gol que da tres puntos y la tranquilidad para que Sergio Bueno regrese al estadio Azul sin la presión de que lo tengan que vaciar para que no salga el respetable con los abucheos.

A los 67 el gol, y a los 89 la merecida tarjeta roja para el local, Jesús Enrique Sánchez, por una artera entrada, y con ello el silbante que surgió de la delegación de árbitros profesionales de Morelos, César Arturo Ramos Palazuelos, no tuvo más remedio que mostrar la tarjeta roja sin dudarlo, y el equipero de las Chivas, sabedor de su error, se fue a los vestuarios sin chistar, ni sus compañeros protestaron por lo evidente de la falta y que es producto de la desesperación que se ve en el plantel que no funciona, por lo que se pudiera dar un cambio pronto en la dirección técnica, en un fracaso más para el Chepo de la Torre, quien pronto acaba con el repertorio que le dan algunos triunfos y casi enseguida viene la andanada de fracasos, como en la selección nacional y ahora al frente del Rebaño Sagrado que no tiene ninguna fuerza al frente y errores claros atrás.

El silbante sinaloense que se hizo árbitro en Morelos, mostró una tarjeta amarilla en el primer tiempo, y fue para los azules, a Christian Jiménez, al 40, cuando atacó por atrás al tapatío, apenas pasada la media cancha, y en el segundo, también de los azules. Marc Rosas, al 59, por falta sobre Fierro, en una jugada similar, porque nadie de la media salió a marcar al local, por lo que, viniendo de atrás se comete la falta y las amarillas, y por el bando de los rayados, al 65, Israel Castro, en falta sobre Joao Rojas, al salir a la marca y darle por abajo, y al 89 la expulsión de los locales, y siempre con tranquilidad de parte del nazareno, quien no hizo aspavientos, sacó la tarjeta y la levantó, sin que nadie protestara, porque así tiene que ser el trabajo de los nazarenos, sin ninguna acción de protagonismo, simplemente mostrar lo que corresponde, ver la falta, calificarla y la sanción de acuerdo con su gravedad y con la situación que se está viviendo o la reiteración, con lo que los silbantes no se meten en dificultades, se aplica el reglamento.

Por Ignacio Cortés Morales