CUERNAVACA. A la edad de 61 años, Rolando Becerril Ayala, conocido en el mundo de la lucha libre como Tartú el Brujo, militante del bando de los rudos, y luego metido al mundo del periodismo, siempre en la Unión de Morelos, falleció por una serie de complicaciones que se dieron después de una operación, siendo actualmente vocero en el Instituto Estatal del Deporte, y ayer fueron cremados sus restos, dejando un gran vacío en el medio, en donde siempre le vio el lado amable de la noticia, sin perder ese sentido crítico que debe tener, pero no mordaz, positivo en casi todos los casos, por esa naturaleza suya que invitaba a la tranquilidad, y un profesional de la noticia, y constante

En los tiempos de la lucha libre, fueron serios los pleitos que tuvo con Gurami, y hasta se tuvo la ocasión de pelear la máscara, pero no se dio el combate, estando el reportero cerca de los hechos, cuando se tuvo el primer contacto con Tartú, siendo varias las notas que se dieron de estos enfrentamientos y las réplicas que se dieron en un pasquín de la propia empresa, y el Brujo era un espectáculo, un rudo, pero leal con sus compañeros, y luchó aquí, en esa Arena Isabel, pero igual en otros escenarios y siempre se le vio en sus mejores lances, y fueron muchos años en los cuales hizo las delicias de cientos de aficionados que llegaban a corear su nombre con todo merecimiento, aunque se hacía odiar por su característica de rudo, y, con todo, era ganador, y seguido por decenas, y se mantuvo siempre como un luchador serio que quitó varias capuchas, pero la suya nunca la perdió, la mantuvo, se la llevó, su identidad nunca fue dada a conocer; por méritos propios, por su esfuerzo, por su talento, por su empuje, por su preparación y su entrega.

Fue operado, pero se complicaron las cosas, de acuerdo a versiones de familiares, con algunas dificultades en el hígado y el azúcar, pero los doctores lucharon para que se estabilizara y se logró, incluso, el mismo domingo, era tal la mejoría que se le dio de alta y llegó a su casa, pero de pronto se precipitó el final y aunque se luchó hasta el final no se pudo hacer nada, y es que Rolando Becerril Ayala, fue un guerrero de siempre, y un gran conocedor del deporte, influyente con sus noticias en La Unión de Morelos, en el que se conservó de siempre, siendo un especialista en los deportes que no se ventilan mucho, dando voz a los que casi no se atendían en la prensa, sin descuidar los otros, sin que dejara de citar notas de los escuadrones profesiones, como el Zacatepec, pero el auténtico, el que hizo historia, y era un periodista de recursos, conocido y reconocido.

Fue vocero del Instituto Estatal del Deporte, sus informaciones fueron constantes y se le va a extrañar, no sólo al interior, sino también al exterior, incluso, ahora que estuvo en el hospital sus informaciones se buscaban, dado que era eficiente, estaba al pie del cañón, y con el gran conocimiento del trabajo, a tal grado que era de los que más sabían acerca de la Olimpiada, y generosamente lo proporcionaba, pero el domingo por la noche dejó de existir y ayer por la tarde en el Panteón La Paz, sus restos fueron cremados, dejando atrás el cronista deportivo que tantos premios acumuló, pero, el más importante, el que le dio el público que lo seguía, leía sus notas y era influyente en lo que hacía, siendo de impacto sus informaciones y los deportistas sabían que en él tenían un gran impulso en su medio, siendo un referente en lo que hacía y cómo lo hacía bien.

Vivía en la colonia Satélite, de manera humilde, como él fue, humilde y generoso, todo un deportista en la lucha libre, sencillo, jamás se llenó de prepotencia, no la conocía, y la última vez que el reportero tuvo contacto con él fue en la presentación del torneo nacional de ajedrez, en las oficinas del Instituto del Deporte, y ya de salida, cuando se le preguntó si mandaría el boletín, comentó que posiblemente no, que porque iría a las 15 horas por los resultados de los análisis porque lo iban a operar una semana después, y así fue, lo operaron, vinieron las complicaciones, pero él no dejó de luchar, pero la batalla, él, como todos algún día, la perdió. Descanse en paz el luchados, Tartú el Brujo y el gran periodista, pero, sobre todo, el compañero de mil batallas por la información.

Por Ignacio Cortés Morales